viernes, diciembre 29, 2006

salvo ver películas

El refrán podría rezar: más malo que película de bondi. Pero, de todas maneras, las queremos.
Gracias a los largos y tantos kilómetros que hay hasta el sur, he podido ver gemas del séptimo arte como swordfish, candyman, una con kevin costner que juega al béisbol, otra con kevin costner que entrena chicas para un equipo (muy especial) de béisbol, otra con kevin costner que tiene branquias, varias de steven segal, algunas de harry potter, y muchas muchas, pero muchas, de las que ya no me acuerdo ni el nombre ni de qué se trataban.
Todo esto para decir que en el viaje de ida –de venida–, ahora, hace escasas horas, pusieron "un papá con pocas pulgas". Todo tiene un límite, mi viejo.

viernes, diciembre 22, 2006

ebenezer

En casi todos los pueblos del interior existe una mercería, una empresa de remises, una tienda de abarrotes, una dependencia, un algo, lo que sea, que lleva el nombre "eben ezer" o "ebenezer" -todo junto-.
Siempre estuve convencido de que era por ebenezer scrooge, el señor burns de c. dickens.
El otro día, de paso por glew -sí, glew-, leí "eben ezer" en el techo de una carnicería y tomé nota mental: averiguar qué o quién garcha es ebenezer.
Hoy, aburrido en el trabajo, guglié, y los resultados son los siguientes:
existen aproximadamente 3.750.000 de páginas que contienen la palabra ebenezer. La inmensa mayoría de las páginas remite a iglesias evangelistas latinoamericanas y del resto del mundo.
Por lo tanto, es más posible que el nombre sea por alguna cuestión religiosa que por aquel personaje literario.
Listo, nada más.

jueves, diciembre 21, 2006

el nido


Así se ve el nido del pajarito cartonero desde arriba. Si se fijan bien, podrán observar los papeles, los plastiquitos y objetos varios.
No tenemos muchas noticias del gorrión -llamémoslo por su nombre-, pero el nido, como el sol, siempre está.

jueves, diciembre 14, 2006

extraño

No tengo ningún amigo hincha de estudiantes.

martes, diciembre 12, 2006

hoy

hace un año
andrea me llamó
a casa.
estaba saliendo
para llegás.

jueves, diciembre 07, 2006

tener un clon

*En el bue, hace ya más de un mes, estaba charlando en esos intervalos que se generan entre recitales. De repente, una mano se posa en mi hombro y me abraza. peter, me dice. Hasta que me mira mejor y se da cuenta de que no soy peter, pero me parezco.

*Ayer, en una fiesta, estoy tomando una cerveza mirando para el escenario. Una chica me habla desde atrás. Pedro, me dice. Y me doy vuelta, y se da cuenta. No sos pedro.
Con ocho segundos me alcanza para armar una cadena mental –es decir: me acuerdo del episodio peter en el bue– y le digo: pará, ¿quién es pedro? Porque hace un tiempo ya me dijeron peter.
Pedro, peter, es un chico idéntico a vos. Estudia letras. Son muy parecidos, es impresionante.

*Si alguna vez algún peter, pedro, que estudia letras pasa por acá, bueno, el que esto firma, dicen, se parece a vos.

miércoles, diciembre 06, 2006

like a bird on a wire

Finalmente, cuando nos habíamos decidido arrancar de cuajo el nido, preservando de esta manera la integridad física de agente cooper, el gato, no va el pajarito cartonero y pone un huevo.
Blanco, ínfimo, ovalado, descansa al fondo del hogar de pasto y orégano y papeles y algodones.
Ahora, para abrir la ventana, vamos a tener que esperar no sé cuánto tiempo.
Sé que es un gorrión (Passer domesticus). Pero todavía no sé cuánto dura la gestación del embrión en el huevo, ni cuánto tiempo pasa desde que la cría nace y puede volar.

Igual me gusta la idea de tener nuestro propio discovery channel en la ventana.

martes, diciembre 05, 2006

caribe sur

Estaba a media cuadra de entrar a la gran empresa. Caminaba con los auriculares enormes y mirando el piso, a paso firme y apurado, cuando, entre bob dylan y las bocinas, escuché que alguien gritaba mi nombre, o más bien mi sobrenombre.
Tardé un rato en darme cuenta quién era el que me llamaba, pero al rato lo reconocí: era franchi, y el saludo fue efusivo. En siete minutos me contó todo: por qué, cuándo, cómo y qué hacía en el barrio de villa urquiza.
Resumiendo y contextualizando –a grandes rasgos, como en todo resumen; arbitrariamente, como en toda contextualización–, cuento que franchi era un chabón de lago puelo, con un carisma innegable, aunque a mí no me terminaba de cerrar. Tenía grandes facilidades para los instrumentos y el canto; era correcto y educado, y galante con las chicas. Tan correcto y educado, y tan galante con las chicas que terminaba cansando. Fue compañero mío un año en la secundaria, justo el año en que su padre fue profesor nuestro en la materia instalaciones, que parece artístico y jugado –diego bianchi ¡oh!, marta minujín ¡oh bis!–, pero nos enseñaban a poner inodoros y a conectar circuitos eléctricos. Glamour, cero, vida real, uno.
Franchi, entonces, me cuenta apurado que estuvo en la plata estudiando, pero que se cansó; que está tocando con un par de bandas, y que ahora, en minutos nomás, está por entrar a un casting que busca cantante para cruceros.
-Zarpado -le digo.
-Sí, está bueno. Pagan una buena guita y encima doy vueltas por el caribe.
-Cierra por donde lo mires.
-¿Sabés dónde hay una estación de servicio?
-Por allá hay una shell.
-Me estoy re meando.
-Bueno, che, que te vaya bien.
-Sí, te imaginás...
Sí, me imagino, le digo al aire, mientras entro y saludo a gastón, el de seguridad, que a esta altura ya me saluda, y me pierdo por entre pasillos inexplorados del edificio que cobija a la gran empresa del gran grupo.

un pájaro en la ventana

el pajarito cartonero
hizo un nido
en la ventana.
ni siquiera en el balcón
o en la terraza
de mi casa
que no tengo:
en la ventana

decía, el pajarito cartonero
hizo un nido
con pastos,
ramas de orégano,
algodón y papeles
que encontró
más rápido que los pastos
y las ramas de orégano.

ahora tenemos una
decisión que no es facil:
arrancar el nido de cuajo,
tirar al tacho
sus papeles y pastos
sus algodones y sus oréganos
o que el gato,
agente cooper,
se tiré desde el cuarto piso
hacia el abismo,
mientras caza,
furtivo,
al pajarito cartonero.

lo que se dice estar mal

El golf busca darle la única alegría del año al deporte argentino.
En una temporada sin títulos del fútbol, básquet, hockey y voley, la esperanza está depositada en el palo y la pelota.

Vos decís?

viernes, noviembre 24, 2006

"realizado"

Planté un cardo

Me hice una paja

Escribí un blog

juicio laboral

*Es viernes, y se nota en el aire. Todos mis compañeris cambiaron sus camisas rosadas por remeras, también rosadas. Y en lugar de mocasines, calzan zapatillas. El ambiente se siente cashual.

*Ayer mi padre me preguntó qué hacía en el laburo, además de chatear. No supe qué contestar e inventé alguna respuesta que apelaba a las obligaciones y responsabilidades previamente adquiridas. Y que cada tanto escribía en el blog.

*Ayer también, pero más temprano, tuve reunión con la jefa. Me advirtió que estaba conciente de que se habían cumplido mis tres meses de prueba, y quería saber cómo me sentía en la empresa, cómo me llevaba con el trabajo, cómo llevaba todos estos movimientos y runrunes y radiopasillos. La lucha entre lo que realmente pensaba y lo que debía decir fue intensa; el resultado de la reunión, incierto. Por lo que entendí –por lo que me acuerdo–, de alguna manera me aseguró que me iba a quedar, y por otro lado me ofreció un ascenso. Yo igual le deslicé, de manera sutil, que todavía no tengo nada definido para el año que viene. Que por un lado quiero dedicarme a la facultad, que “no sé si me voy para el sur”, y así.
Cuando casi terminaba la reunión le dije a la jefa: igual no se pongan mal si decido no seguir.
La frase quedó flotando en el aire, su presencia casi se hizo física y bien podría haberla tocado.
En el mismo instante en que me di cuenta de la grasada que había dicho, mi cara comenzó a llenarse de color -rojo sangre-. Igual me respondió: no, claro, voy a entender si te querés dedicar más a otra cosa, o si querés ponerte las pilas con la facultad.
Le dije: bien, igual lo que te quería decir era que no se pongan mal si me tienen que echar; reducción de personal, y esas cosas que se escuchan por ahí, vos sabés.
Me dijo: no te preocupes por eso, por ahora.

martes, noviembre 21, 2006

flit

Hay runrún y radiopasillo.
Circulan, por toda la empresa
del gran grupo, rumores y más rumores.
Que ya hay un organigrama,
que ya se definió quiénes van a seguir;
que toda esta sección se va para otro lado,
y quedamos a cargo de garompa.
Que todos los que no aparecen
tienen que juntar sus petates e irse.

Yo lo único que quiero es que me digan:
muchas gracias por estos tres meses
y diez días de trabajo.
Ha sido un gusto.
Les doy la mano, y me retiro,
simulando dolor.

Otra opción, más heroica,
es la siguiente.
Que echen a alguno que quiera seguir,
que tenga que mantener una familia,
pagar el seguro del auto,
que quiera ser parte de esta empresota.
Que llore, y pataleé.

Entonces entro en acción, y digo:
¡no!, échenme a mí.

Oh, dicen las cortesanas,
oh, dicen los caballeros.

Los jefes se quedan sin voz, se quiebran
y se miran entre ellos, confundidos.
Luego de algunos minutos de zozobra
Me condecoran y me palmean la espada.
Y me mandan patitas a la calle.

Y todos felices.

focus girl

Hoy le toca ser profesional, clase media alta, esposa de un abogado independiente. Y va a hablar de jugos: si esta fruta fuese un ser humano, ¿sería hombre o mujer?.
Ayer fue madre joven, separada, y habló sobre jabones en polvo. Hace una semana, hija que aún vive con sus padres, de ingresos medios, estudiante universitaria.
Así pasea por oficinas blancas y despojadas; se deja ver a través de los espejos traslúcidos de la cámara gesell y se junta con mujeres, desconocidas hasta entonces, a hablar sobre temas que nunca se imaginó que iba a hablar alguna vez.
Su vida de chica focus group le da magros resultados, tanto económicos (buen sueldo, aunque con poca estabilidad) como anímicos (hablar con gente distinta, comparar estrategias, aconsejar a las novatas) y materiales (muestras de productos, imanes, blocks para anotar). Sus cambios de profesiones y vidas apenas si la acomplejan: al contrario, nada le tienta más que salir del tedio de su día a día y ser, al menos por minutos, y de palabra, lo que los otros necesitan que sea. Maestra, profesora de inglés, ama de casa, abogada, escritora, desocupada, estudiante de letras, camarera, fotógrafa free lance.

viernes, noviembre 17, 2006

interview

“De chico imaginaba respuestas a entrevistas, mientras volvía de la escuela, mientras caminaba por la chacra”, suelta nervioso, antes de que le pueda hacer alguna pregunta.
“Todavía no tenía en claro por qué sería que me entrevistarían –deportes, banda de rock, algún descubrimiento– pero era clarísimo que algún día lo iban a hacer. Incluso a veces respondía en inglés. Siempre en voz alta, caminando por caminos de ripio, arrastrando los pies”.

-Los chicos siempre fantasean con ser famosos, como bien decís, con ser deportistas o músicos, pero generalmente la fantasía tiene que ver con el momento, con el acto, no con la entrevista posterior...
- Sí, es cierto; no sé por qué lo hacía. Pero era algo recurrente.
-¿Qué recordás de aquellas entrevistas?
- No mucho; me acuerdo del viento, del silencio, del ripio, de la mochila azul que tenía. También que contestaba con tranquilidad y reía cómplice, miraba a los ojos de mi entrevistador y me mostraba confiado.
Como mis diálogos eran largos, me perdía todo el tiempo y volvía a empezar; así el discurso se iba puliendo, las palabras se volvían conocidas. Me movía con naturalidad por entre las letras, las oraciones. Conocía los tiempos, inspiraba, exhalaba, y contestaba.
-Y ahora incluís esta entrevista en tu primera novela editada: está claro que siempre lo habías pensado así.
-No, para nada, fue una idea de mi editor. Le pareció tierno, y una buena manera de hilar lo que para mí es una suma de relatos intrascendentes e imposible de unir entre sí. Entonces me dijo: “empezá con esa entrevista imaginaria que me contaste que te hacías cuando eras chico, y que el cronista te guíe, y que luego comiencen a aparecer el resto de los personajes, de las situaciones.” Me pareció un muy buen consejo, y lo seguí al pie de la letra.

miércoles, noviembre 15, 2006

pequeños momentos

Durante las nueve horas que estoy dentro de la oficina en la empresa del gran grupo, ocasionalmente encuentro momentos de escape –aire, libertad, oxígeno, como se diga–. No es fácil dar con los intersticios, las grietas del sistema, pero si se busca con atención, se encuentra.
Agarrar el celular, guardármelo en el bolsillo de adelante a la izquierda del pantalón, levantarme, caminar hasta el baño, cerrar la puerta, tomar asiento en el inodoro, es uno de aquellos momentos. Combina, en un mismo movimiento, diferentes cuestiones que disfruto: sentarme en el inodoro, jugar a la vivorita en el celular, alejarme por un rato de la computadora, y escuchar esos ruidos lejanos, sordos e irreconocibles –voces opacas, gotas de agua, tacos que caminan por algún pasillo– que siempre se dejan oír en los baños.

infancia revisitada II

En quinto grado me cambié de escuela. Pasé de una pública, la 270, donde compartía aula con amigos y usaba guardapolvo blanco, a la única escuela privada del pueblo: el colegio nicolás pedernera, que no era un delantero de river sino un muñeco que había nacido en córdoba y no sé –y creo que nadie lo sabía– qué habría hecho para darle nombre a una institución patagónica de medio pelo. Ahí usaba uniforme: zapatos, camisa blanca, corbatín azul, y arriba de todo un guardapolvo, también azul.
El cambio no fue tan traumatizante; hacía tiempo que fantaseaba con cambiar de escuela, ser el nuevo, pelearme con los “populares”, y esas cosas. Incluso había noches en que me imaginaba yendo a una escuela hogar, conocer una chica tímida, tomarnos de la mano, leer con linternas, cambiarnos de cama a la noche, todas esas boludeces que seguro vi en alguna de esas películas que uno ve cuando es chico.
Mis nuevos compañeritos, hijos de los dueños del pueblo –esas personas que tienen el dudoso honor de compartir sus apellidos con las calles; como decir un anchorena acá, aunque con mucho menos glamour–, eran bastante desagradables. Amarretes, llorones, malcriados, soberbios, y así. Alejandro compartía todas esas características, pero igual en poco tiempo nos hicimos amigos. Fue mi primer amigo de pueblo.
Su casa estaba en el centro centro del bolsón, al lado de un taller mecánico. Era oscura, de una planta, con una cocina de luces incandescentes y por todos lados había olor a suavizante de ropa. En el patio que daba al taller –que no era de su familia– había un aro de básquet en el que a veces jugábamos. Su papá era el chofer de la traffic del pedernera, y su mamá me parece que era la directora del colegio.
En lo de alejandro se desayunaba galletitas con dánica dorada y dulce de leche, algo impensable y desconocido en mi casa; además tenían cable y cada uno tenía un televisor en su cuarto: alejandro miraba the big channel, el padre fútbol –era de ferro, un equipo que no me sonaba ni de nombre pero que en esa época estaba en primera–, y sus hermanos y madre, ni idea.
Uno de sus hermanos, germán, era rockero: tenía su banda y la habitación empapelada de posters de aerosmith que, como ferro, no me sonaba ni de nombre; pero ver todos esos papeles amarillentos de la revista 13/20 con unos boludos grandotes llenos de pañuelos no fue una buena manera de conocerlos.
Las hermanas eran más grandes, casi graduadas de la secundaria, así que no tenía mucho trato con ellas.
Me gustaba ir a lo de alejandro. Me gustaba andar en bici por el asfalto y las veredas rotas; me gustaba comer ñoquis los 29 de cada mes y que abajo del plato hubiera billetes de dos pesos. Me gustaba ir caminando al kiosco y con esos dos pesos comprar alfajores guaymallén. También me gustaba comer viendo tele, y la luz temblorosa de los tubos incandescentes de la cocina; ver tele en la cama hasta cualquier hora (alejandro veía coco miel y babar en magic kids, eso no me gustaba) y levantarme y tener la escuela a pocas cuadras.
Cuando terminé séptimo me cambié otra vez de colegio, esta vez a la agrotécnica del cerro radal. De a poco dejé de ver a alejandro; aunque cuando nos cruzábamos nos saludábamos con cariño.
Hace poco padre me dijo que lo vio por allá: estaba de vacaciones y aprovechó para visitar a sus hermanos que ahora son refugieros.
Me mandó un abrazo.

miércoles, noviembre 08, 2006

La versión gmail de Mientras dormías:



These messages were sent while you were offline.
6:23 PM Irene: te fuiste?
o gmail nos esta engañando otra vez?

jueves, noviembre 02, 2006

miércoles, noviembre 01, 2006

El hermano errante de Ruperto Valenzuela

Este post es un work in progress. Es sólo un apunte virtual de algo que va a ir creciendo con el tiempo, pero lo voy a publicar ahora, así, desprolijo, inexacto, porque no me quiero olvidar.


No conozco el nombre del hermano errante de ruperto valenzuela, pero me parece que es pablo. En realidad sé bastante poco de él. Sólo lo que me cuenta mi padre que le cuenta ruperto, cuando le cuenta.
Ruperto, más de sesenta años, menos de un metro cuarenta; bigotito hitleriano y boina perpetua, trabaja en la chacra desde que llegamos a vivir allá. La leyenda dice, incluso, que hace muchos años él fue el propietario de aquellas cuarenta hectáreas y que las perdió quién sabe cómo, quién sabe cuándo.
Ruperto, decíamos, es padre de familias –más de una–, hombre trabajador y responsable, aunque supo tener sus asuntos con el alcohol. No era raro que en la fiesta del fin de la cosecha que organizábamos en la chacra casi todos los marzos ruperto valenzuela, además eximio asador, se trenzara con alguno en una disputa que solía terminar cuando el petiso –así le dicen– sacaba de su cintura el facón con el que había hecho el asado. En realidad, nada era raro en esos asados. Ni los hermanos cárdenas tocando chamamé, levantando el polvo a puro acordeón, ni las chilenas bailando con “saca la mano antonio”, ni las constantes borracheras de los césar o edgardos de turno, ni el checho, silbando entre las mesas.
Ruperto, padre de ramón que al final resultó tan petiso como su padre, pero que cuando éramos chicos nos parecía el chico más grande y más grosso de todos, un macgyver con una facilidad asombrosa para pescar con ramas y cazar liebres con guachis; padre también de andrés, deforme y oligofrénico, al que ruperto pasea entre orgulloso y resignado por las calles del pueblo, mientras este derrocha amor y baba; padre también de misaél, inteligente y hábil para el deporte, delantero del pyla (pasión y locura arandanera fútbol club) y uno de los tantos ahijados que tiene padre por el mundo –ni que fuera perón y sus lobizones–; padre de yolanda, que creo que fue mi compañera en ese año que fui a la escuela 81. Y padre ¿y amante? de rita, fea, pero rápida: así lo apuraba al avo en los asados del fin de la cosecha. Marido en serio de la rosa, trabajadora y dueña de una voz especial, entre nasal y aguda, una voz que me recuerda el invierno y el vapor que sale de las bocas cuando hablamos.
Ruperto tiene un hermano que camina y se mueve por la patagonia sin destino ni rumbo; que parece llevado por el viento, que allá sopla y mucho.
Hace unos días lo vieron por cholila, dice ruperto. Ahora debe andar por ñorquinco, comenta mientras busca las ovejas. Se está yendo al maitén.
El hermano camina.
Se tejen hipótesis, como las que dicen que va de fiesta en fiesta: en enero la fiesta de la fruta fina –donde aprovecha para visitar a ruperto y su familia–, y la del asado en cholila; en febrero la del lúpulo en bolsón, la de la trochita en el maitén, y la fiesta interprovincial de la doma y el folklore, en sarmiento; en marzo la del calafate en tecka o la del ternero en choele choel. Que así avanza buscando esos lugares comunes que son las fiestas de pueblo, todas con olor a choripán, todas con el bingo, con los vidrieros que hacen adornos kitsh, con los locutores. Todas con la elección de la reina, que permite cosas geniales como “la reina del pescado” o “miss guindas”, o “reina del asado con cuero”, y así. Todas con tanto tetrabrick, con tanto don ata y don josé y los nocheros y la mosca. Todas con la comisión organizadora, la inauguración a cargo del intendente y el cura que bendice estas fiestas, en nombre del padre y del hijo.
Otra hipótesis, tal vez la menos grandilocuente pero la más acertada, dice que al hermano errante de ruperto le gusta andar. Y que como el muñequito de las pilas energizer, nunca deja de hacerlo.
Que camina y le gusta sentir el polvo de la ruta cuarenta en su cara curtida. Que no tiene un lugar preferido y lo sigue buscando. Que no le parece bien la “vida burguesa” de su hermano ruperto que se vendió y ahora tiene directv y le puso piso a su casa y va al doctor cuando se siente mal.

Ruperto valenzuela, en tanto, se jubiló hace poco tiempo, después de una vida de trabajo.
Con su triciclo rosado sigue haciendo los dos kilómetros que separa el caserío donde vive –la sombra, que le dicen– y la chacra, donde arregla cercos y arrea las vacas, o simplemente recorre el fondo inundado, acompañado por sus tres perros. O por andrés, que babea y corre contento entre los teros.

jueves, octubre 19, 2006

infancia revisitada I

Después de lo de lucho me tomó por asalto una onda revisionista de mi pasado, y así comencé a recordar personas que dieron vueltas por la chacra, o por mi infancia, que es lo mismo.
Hoy voy a hablar de sigfrido.

Sigfrido rubulis: era, me parece, ucraniano. Experto en glaciares, recorría las montañas midiendo ríos, haciendo anotaciones de deshielos, precipitaciones y esas cosas.
La historia oficial dice que mis padres me concibieron en la casa que él tenía en el lago mascardi, un veintiún de septiembre. Eso me lo cuenta padre, a madre no sé si le interesa contar esas cosas.
Sigfrido hablaba raro: un español con consonantes ucranianas, o de algún país de por allá; y, principalmente, era rockero. Estaba en la movida de bariloche, apadrinaba bandas, pero más que nada las iba a ver: se quedaba hasta el final, haciendo pogo, tomando en su vaso de taper alargado.
Le gustaba ir a la fiesta de la fruta fina, que se hacía –y se hace– en el pueblo. La fiesta se hace de viernes a domingo, una vez al año, siempre en enero. Y en la víspera se podía ver el renó 12 blanco de sigfrido –después fue un renó 18 cuatroporcuatro– avanzando despacio por debajo de los sauces, que en verano ya escupen esa baba pegajoza.
Llegaba y se bajaba del auto. Del baúl sacaba su mate que también era un vaso de taper, y una fuente con capón frío y asado hace mucho. Saludaba y se instalaba por algún lugar de la chacra: a veces amanecía en la orilla del río; siempre dormía con algún perro.
Se llevaba bien con los perros, ladraba cuando bailaba borracho.
Sigfrido era sabio, y también era raro. A veces me molestaba su manera de andar por la vida, me parecía una pose, pero uno no tiene poses cuando tiene más de sesenta años. Se declaraba mapuche –“mapuche significa gente de la tierra, y yo soy gente de la tierra” decía, sin escatimar modus ponendo ponens. Y tomaba champán rosado a temperatura ambiente.
Un día, ya viejo, recibió una herencia de una tía lejana. Con esa plata se compró el renó 18 cuatroporcuatro, y produjo el primer disco de mosca roseta, banda barilochense emblemática.
Nosotros, con primos y hermanos, padres, tíos y amigos, nos hacíamos cargo del puesto de la chacra en la fiesta de la fruta fina (en adelante, si la vuelvo a nombrar, fff). Vendíamos dulces y frambuesas al natural, pero lo que salía como pan caliente eran los tragos. Los preferidos por el público eran el kir royal –champán y cassis–, el martín rosso con frutilla y frambuesas, el gancia con loquevenga, y un fondo tóxico, que era un rejunte de todas las sobras y que tenía un nombre más sofisticado que fondo tóxico, que ahora no me acuerdo.
Sigfrido aparecía por el predio alrededor de las diez de la noche, dando zancadas largas y torpes. Llegaba a nuestro puesto y nos pedía que le guardáramos las botellas de champán, pero no que la pusiéramos en el hielo, y se iba a bailar. Los paisanos mamados la pasaban de lujo con el gringo loco que ladraba.
Ladraba y gritaba siempre. En una de las ediciones de la fff estuvo comanche, y ahí también gritó y ladró: “Tonta, comoquieresquetequierasimetienestodoeldíatrabajando”. “Guau”. “Guau”.
El cierre de cada noche de la fff se hacía en el gimnasio, y la banda que tocaba era delta 99, que hacían covers-de-la-onda-la-zimbawe-la-portuaria-y-carnaval-carioca-para-todos. Yo nunca fui, porque era muy chico y mis padres, sabiamente, me lo impedían. Dentro de ese enorme container de alcohol y humo, sigfrido ladraba y gritaba. Es un milagro que no lo hayan cagado a palos.

Una tarde de primavera, de esas que son calurosas y frescas, húmedas y secas, pero siempre ventosas volvíamos de la escuela en la traffic, manejaba jorge. En la puerta de casa estaba padre con los ojos llorosos, abrazando a madre.
Bajamos lento y el viento, que casi siempre presagia cosas feas, voló nuestros flequillos. Se murió sigfrido, dijo madre. Anoche –siguió– , salió de by pass o de otro boliche, y en una curva de pioneros una pathfinder pasó por arriba del renó 18.

Lloré mucho con la muerte de sigfrido, me arrepentí de no haber hablado más con él, de no haber sabido más cosas sobre su vida, y eso.

Con nico y aye, y a veces migui, cada tanto brindamos a la salud de sigfrido. Con champán rosado a temperatura ambiente, claro.

miércoles, octubre 18, 2006

lucho y vuelve

Madre, vía chat, me cuenta que está en mi casa de allá lejos tomando mate con lucho merino. Frente a la computadora me sale una sonrisa, y le digo –le escribo– que lo salude de mi parte.
–pensé que no te acordabas de él –dice madre.
–cómo no acordarme –respondo, misterioso.

Tenía alrededor de diez años cuando me enteré de la existencia de lucho merino. Por esa misma época en el pueblo –diría barrio, pero no es correcto– hubo conmoción y rumores, desmentidas y corridas. Y se debían a lucho.
Los merino, paisanos hechos y derechos, de esos que visten bombachas y boina, calzan botas de cuero y huelen a capón, vivían arriba del cerro mocho, al costadito del cerro el pato, que bien podría formar parte de la cadena del piltriquitron, pero no tengo los datos precisos que lo afirme.
Para llegar a su campo había que subir por la montaña un buen rato. El ascenso comenzaba por “la sombra”, que es como los valenzuela llaman a su campo, una parcela a la que nunca le pega el sol, a la vera de la ex ruta 258, actual ruta 40.
Las veces que subí a lo de los merino fue siempre a caballo. Coirón, el malacara, e inacayal siempre iban adelante, briosos, excitados, escarbando con los vasos la tierra negra cubierta de pinocha color óxido.
Llegado un momento el paisaje cambiaba: del bosque de pino al de los coihues imponentes, verdes y llenos de olor a vida, o algo parecido.
Y de repente, más arriba, el llano. Y al fondo, la casa de los merino: oscura y apestando a humo, a frito y a yerba usada.
En lo de los merino una vez hubo señalada. Los gauchos llegaron de toda la zona: de cholila y del maitén, de bariloche y de manquinchao; los caballos desfilaban con las mejores pilchas; sus jinetes, también. A lo lejos, cerca de la casa, se asaban dos bueyes, con cuero y sin yunta. En un costado jugaban a la taba, en otro galopaban e intentaban darle a la sortija.
Por ahí se paseaba orgulloso entre tanta vaca y tanto vino el papá de lucho, que se llamaba ambrosio. De la madre no me acuerdo el nombre, pero era chiquita, tenía el pelo blanco y le faltaba un ojo –esas cosas no se olvidan.
El ojo se lo había sacado ambrosio merino, nos enteramos más tarde.
Ambrosio merino la golpeaba, nos enteramos ese mismo día.
Lucho merino no soportaba que el padre golpeara a su madre.
Lucho merino cargó el colt .45, y lo descargó sobre su padre.
Se entregó solo a la policía, que lo traslado a esquel. Allí, en el penal, pasó algunos años purgando la pena, pensando en su madre bizca y golpeada, en su padre golpeador y muerto.

Hoy pasó a tomar unos mates con madre.
Cómo no me voy a acordar de lucho.


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Actualización
hermano me avisa vía mail desde la casa en la que llueve adentro:

lucho nos pintó la casa hace un par de años y en el descanso hablaba de futbol con el tincho, de deté a deté.
otro dato. pol llevó el cuerpo de merino padre, en la efecien.
otro dato. merino lucho le había dicho: "che pol, ¿no alcanza a mi viejo al pueblo?"

Actualización II
padre me avisa vía chat desde la casa de allá lejos:
no era la efecien, era la renó 12 brec azul, novísima. Tuvimos que acomodar el cuerpo de merino padre entre los dos asientos de adelante, yo le daba charla, me hacía el malo con el gaucho malo, él, nada.

"La pro-actividad ja ja ja ja"

Hoy fue -es- un día particularmente aburrido y falto de cosas.
Por la ventana de la oficina que está a la derecha se ven árboles cargados de hojas y edificios en construcción; en la computadora de enfrente, un pelado.
En teoría tengo todo el tiempo que quiera para escribir posts jugosos. Pero se me complica.

El nabo -ya hablamos de él- ahora escucha a los piojos, y silba. Antes pasaron alanis morissette y moby y los redondos -sin contar tango feroz y technotronics-, y todo en un solo día.
El nabo no le hace asco a nada.

Ah,
quiero escribir sobre el uso y abuso que se hace acá (el gran grupo y calculo que todas las empresas garcas) de la palabra proactivo.
Cuando tuve la primera entrevista laboral me preguntaron si yo era una persona proactiva. Ante la duda –no vaya a ser cosa–, dije que sí "siempre y cuando sea de frutilla". Rieron.
Y me dijeron: "muchacho, el trabajo es tuyo".
Ese fue mi primer acercamiento a la proactividad, y pronto comencé a leerla en las carteleras que hay en los pasillos:
“buscamos estudiante de Cs. Económicas, excluyente manejo de programas complicados para hacer cuentas. Necesitamos persona proactiva y bien dispuesta”.
“Gerencia busca gerente. Proactividad excluyente”.
“El call center necesita mano de obra barata, buen trato con el cliente y proactividad probada”.
Incluso la jefa, que no es the boss, y se podría decir que tiene un poco más de onda que el resto de los compas –lo que definitivamente NO es poco, pero TAMPOCO es demasiado–, nos dijo en una reunión de hace poco: “Chicos, necesitamos optimizar nuestros tiempos, trabajar como un buen equipo, saber qué le pasa a los demás, hacerles saber a los demás qué es lo que nos sucede a nosotros y así. Tenemos que tener la mente abierta, y ser muy proactivos”.
En un almuerzo, hace pocos mediodías, alguien dijo: “y sí, cómo no iba a durar así de poco esa gorda, si era re poco proactiva”.

Ahora, ¿qué garcha es ser proactivo?

La rae avisa: La palabra proactivo no está en el Diccionario.
Wikipedia tira unos resultados rarísimos, como un “Motor de base de datos embebible que sustenta la integridad de los datos, el alto rendimiento, flexibilidad, escalabilidad y un bajo coste total de propiedad”. ¿Eh?

Por suerte siempre está google y allí unas Mujeres del tercer milenio nos aclaran: “En el Siglo XXI una manera de triunfar es siendo Proactivos. Realmente la moda es ser dinámico y seguro.” Y siguen: “Ser proactivo es tener un sueño y no desmayar hasta realizar todo lo necesario para convertirlo en realidad.” Faaaaa.
Y más: “Otro rasgo de los proactivos es la de ser acertivos.”
La rae, a esta altura un tanto aburrida, avisa otra vez: “La palabra acertivo no está registrada en el Diccionario. Las que se muestran en el recuadro tienen una escritura cercana: Asertivo”.
“asertivo, va.
(De aserto).
1. adj. afirmativo.”

Volviendo a la página de las mujeres del tercer milenio: al final de la página ofrecen un test, para ver cuán proactivo es uno. Se los recomiendo.



P.D: Mientras escribo esto, el word me corrige la palabra proactivo. Pero también me corrige la palabra word.

Tango Feroz

Es temprano, muy temprano, como para que vos, pedazo de nabo, escuches en tu súper laptop el disco de Tango Feroz.
Y si no fuese temprano, bueno, tampoco deberías.

“Pedrito escribe sin parar que el mundo está por estallar y los demás en la oficina”

Además se me pega.

Hay que aclarar, sin embargo, que fue hilarante el momento de “aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara”.
El contexto, cómo intentaste bajar el volumen cuando pasó the boss; todo eso.

Y después, Technotronics.
Demasiado, man.

“Pump up the jam Pump it up”

martes, octubre 17, 2006

hoy es san perón

"son todos negros cabeza"
"¿se pelean los peronistas contra los radicales?"
"mirá esa negra, tiene espasmos"
"-hay gente que está al pedo.
- y sí no ves que son todos desempleados, negros al pedo"

éstos y otros comentarios del mismo calibre de sutileza se dieron cita por la empresa del gran grupo hace escasos minutos.

jueves, octubre 05, 2006

Esquizofrenia eres tu

De alguna manera tengo dos trabajos: el del grupo que bla bla bla -Folsom-, y el de la revista en la que trabajaba antes y que ahora sigo colaborando y haciendo otras cosas y yendo al menos una vez por semana y sí o sí a los cierres.
Ambas actividades son bien diferentes. Una, la del grupo, implica nueve horas en una oficina rodeado de compañeros extraños y demás detalles que ya fui dando a conocer o que contaré más adelante.
La otra, la revista, es un lugar en el que la confianza ya es absoluta, y nos divertimos y todo eso.
En un trabajo soy un ente que obedece órdenes y dice un promedio de 38 palabras por día, entre las que se cuentan:
“hola”
“está bien”
“dale”
“me parece”
“sí”
“no”
“bárbaro” (sí, a veces digo bárbaro)
“bueno”
“más o menos”
“estaría bueno”
y las combinaciones entre ellas y algunas que se salen del registro, que no son muchas.

En el otro, hablo de más, somos todos graciosos, ingeniosos, me río con ellos, me río de ellos, se ríen de mí, etc.
En uno me pagan bien y en el otro no. Adivinen en cuál.


PD: tengo qué decidir con qué tipografía me voy a quedar, o si voy a seguir cambiando todo el tiempo o qué.

viernes, septiembre 29, 2006

Folsom

Voy casi dos semanas trabajando en la gran empresa -que ahora es aún más grande-, y todavía no sé muy bien cómo sigue la historia.

Pero alguien cantó primero:

I hear the train a comin'
It's rollin' 'round the bend,
And I ain't seen the sunshine,
Since, I don't know when,
I'm stuck in Folsom Prison,
And time keeps draggin' on,
But that train keeps a-rollin',
On down to San Antone.

When I was just a baby,
My Mama told me, "Son,
Always be a good boy,
Don't ever play with guns,
"But I shot a man in Reno,
Just to watch him die,
When I hear that whistle blowin',
I hang my head and cry.

I bet there's rich folks eatin',
In a fancy dining car,
They're probably drinkin' coffee,
And smokin' big cigars,
But I know I had it comin',
I know I can't be free,
But those people keep a-movin',
And that's what tortures me.

Well, if they freed me from this prison,
If that railroad train was mine,
I bet I'd move out over a little,
Farther down the line,
Far from Folsom Prison,
That's where I want to stay,
And I'd let that lonesome whistle,

Blow my Blues away.

jueves, septiembre 21, 2006

cena, 16 de marzo de 2005

La idea era escribir en el bar, en mi cuaderno azul con lunares blancos, pero lo dejé olvidado en la mesa. Llegué a mi casa y hacía demasiado calor. Prendí el ventilador y abrí la heladera. Ninguna de las dos cosas logró mejorar mi ánimo: con ruido constante y monótono el ventilador no solo no disminuía el calor, sino que lo distribuía de manera pareja al resto de las habitaciones. El olor a ensalada podrida y el medio limón en la heladera fue el empujón que necesitaba para irme.
Caminé dos cuadras y llegué al bar de la esquina. Las puertas cerradas solo podían significar aire acondicionado. Me senté en una mesa para dos personas y esperé que me trajeran la carta. Los cuerpos anónimos de los demás comensales fueron, de a poco, tomando forma. Así, las cuatro personas sentadas a mi izquierda, resultaron ser amigos de la secundaria. Al mismo tiempo que pinchaban chinchulines y volvían a llenar sus copas con el vino de la casa, comentaban sobre el culo de Fernández, las rateadas a los fichines y demás recuerdos –y lugares– comunes. En la mesa de enfrente, una mujer teñida rabiosamente de rubio resultó ser una puta. Fea, petisa e inquieta, se peleaba disimulada con el que supuse su cafishio, que la miraba paciente. Los ideogramas chinos tatuados en el cuello y en la espalda de la falsa rubia solo podían significar algo malo, o al menos desagradable. Pocas ganas de averiguarlo.
En la tele Independiente perdía con Lanús.
-La carta, pibe -dijo el mozo, mientras me entregaba el papel amarillo plastificado. Un morocho simpático y engominado que de vez en cuándo me cruzo por el barrio.
-Un bife de chorizo con ensalada mixta, sin cebolla. Y una coca -dije.
-Un bife de chorizo con ensalada de lechuga y tomate -corrigió.
-Sí, claro.
Antes de comerme todo el pan, llegó la comida. La coca había llegado hace un rato y ya estaba por terminarla. Comí callado y apurado, como lo hago cuando estoy solo.
El mozo parecía interesado en la puta. El cafishio parecía interesado en el mozo interesado. La puta solo parecía interesada en escarbar las profundidades de su boca con el mondadientes. El partido no le interesaba a nadie.
Pedí la cuenta y pagué. Deje propina y me fui, con la certeza de que esa cena iba a ser olvidada en los siguientes cuatro minutos.

Hoy, 21 de septiembre de 2006, todavía me acuerdo.

foda´s

Hace unos días empecé a trabajar en una empresa grande, parte de un grupo más grande.
Mis compañeros nuevos cursan masters en lasanandrés, comunicación en la caece, marketing en la uca, y así. En los parlantes de las computadoras suena alejandro sanz y varias de esas bossa and stones, and pink floyd, and sting, and.

Hace algunas noches soñé que me cruzaba con daniel hadad en un pasillo y lo saludaba sumiso y me reía de los chistes que hacía.

El otro día tuve reunión de managment. Allí hablaron de las foda (fortalezas oportunidades debilidades y amenazas) de la empresa. Como es mitad del año mostraron los forecast (diagnósticos), y los compararon con la realidad: a la empresa le va muy bien; al grupo, mejor.
A mí, no sé. Ya analizaré las foda de estar acá. Y a fin de año compararé los forecast con la realidad.

steve irwin

ayer a la noche
antes de dormirme
vi en la tele la despedida
que varios australianos
le dieron a steve irwin,
el cazador de cocodrilos

mientras lu se dormía
y antes de arremeter
con el control remoto
un zapping frenético
vi lo que me dio más pena
más pena incluso que su
hijita leyéndole una carta
o un amigo un poema,
o justin timberlake
lamentándose, de paso
por australia.

fue el momento en
el que dijeron que
su camioneta iba a hacer
su último viaje.
y comenzaron a vaciarla
y sacaron su tabla de surf
y su heladerita de telgopor
sus patas de rana,
la caña de pescar,
y la caja de la camioneta
quedó vacía

y ahí casi me emociono
o mejor dicho me emocioné
y casi lagrimeo.
y la desperté a lu.
me costaba disimular
el tremendo nudo
que tenía en la garganta.
y me pregunté qué
fue lo que me dio tanta pena
y me respondí
que no sé.

pero ahora estoy seguro
que fue la sensación esa
del último viaje de algo,
del último paseo,
de la última imagen
de lo que se termina
y estuvo bueno,

como stevie
el cazador de cocodrilos

jueves, junio 29, 2006

Little House on the Prairie

viví mis primeros 18 años en el sur,
en una pequeña casa en la pradera.
una infancia y adolescencia muy felices,
aunque cada tanto estigmatizado por el síndrome de ingalls.
a los quince años
en uno de mis primeros viajes a la ciudad con toda mi familia,
en un espectáculo callejero
uno de los actores,
al ver que no dejábamos monedas y emprendíamos la retirada
nos gritó -traicionero, por la espalda-
"ey, familia ingalls, no se vayan tan rápido".
golpe durísimo a mi autoestima.
me ví de repente rodeado de gansos y cubierto de pasto seco,
ví a mi madre con los cachetes colorados
y a mi padre con las botas de goma embarradas,
sentí el olor a humo de mi ropa,
miré mis manos curtidas por el hacha,
y sólo atiné a mirar al piso, avergonzado.
yo, que me creía tan urbano.

miércoles, mayo 10, 2006

Cien canciones

Tengo ganas de hacer una larga lista de las canciones que me ponen triste. Son muchas y me gustan todas. Mientras tanto, voy a dejar acá abajo la canción que ultimamente me hace llorar. Sí, llorar. Recuerdos, sensaciones, lugares. Un lugar, un recuerdo, muchas sensaciones.
La canción se llama One Hundred Days, es de Mark Lanegan -autor, junto a Isobel Campbell, del disco de año-, y dice así:

When the willow bends towards the end of day
And twilight falls again
To the funny sound that a blackbird makes
Twilight falls again
As no good reason remains, I'll do the same
Thinking of you
One day a ship comes in, one day a ship comes in
But I can't say how or when
But I know somewhere the ship comes in every day
There is no morphine, I'm only sleeping
There is no crime to dreams like this
And if you could take something with you
It would be right
Something good
From my fingertips, the cigarette throws ashes to the ground
I'd stop and talk to the girls who work this street, but I got business farther down
Like one long season of rain, I will remain
Thinking of you
One day a ship comes in
From far away a ship comes in
One hundred days you wait for it
And you know somewhere the ship comes in every day
There is no morphine, I'm only sleeping
There is no crime to dreams like this
And if you could take something with you
It would be bright
Just like something good
One day a ship comes in
One hundred days you wait for it
Something bright
Something so good
One hundred days
A ship comes in every day
You know it's good
You know it's good
A ship comes in every day
One day a ship comes in
Its good
When it's something good

domingo, mayo 07, 2006

cuarto b de bueno

Llegué recién de por allá. L. todavía está en su fiesta y la casa esta sola. Bah, sola no, está Agente Cooper, que quiere chupar brazo más que nunca, y se sube a mis piernas mientras tecleo. Está grande el gato, largo, rallado –de rayas naranjas y de locura-, e inquieto. Igual lo seguimos queriendo mucho, a pesar de las despertadas a las ocho y media, a pesar de las mordidas, de su compulsión a chupar, a pesar de todo. Ya está encima de mí, o mío, no sé, otra vez.
Decía, llegué y la casa está casi vacía, oscura, calentita. Puse un disco, el último de Gomez, una banda que me cae muy bien y llena mis tímpanos de recuerdos. Decía, entonces, la casa sola, el gato, la música, el calorcito.

pasaje arbitrario

Pienso, en algún momento de mi vida, escribir una novela. Bueno, en algún lugar de ella y no importa a cuento de qué, va a decir lo siguiente:

“(…) su idea de una revolución religiosa consistía, básicamente, en dibujar –pintar, tallar, esculpir, pirograbar, lo que sea– pitos sobre las puertas y las paredes de las iglesias. Vergas, pijas, pollas descomunales, erectas, de trazo firme e intimidante. Cuando terminó su explicación apenas dos personas lo escuchaban con algo parecido a atención. El resto dormitaba sobre las mesas o bien miraba hacia el escenario, donde no pasaba nada, o bien ya se habían ido hace largo rato de ese bar oscuro y con olor a meo”.

martes, febrero 07, 2006

to begin with

Eso.
Pero en castellano.