jueves, octubre 19, 2006

infancia revisitada I

Después de lo de lucho me tomó por asalto una onda revisionista de mi pasado, y así comencé a recordar personas que dieron vueltas por la chacra, o por mi infancia, que es lo mismo.
Hoy voy a hablar de sigfrido.

Sigfrido rubulis: era, me parece, ucraniano. Experto en glaciares, recorría las montañas midiendo ríos, haciendo anotaciones de deshielos, precipitaciones y esas cosas.
La historia oficial dice que mis padres me concibieron en la casa que él tenía en el lago mascardi, un veintiún de septiembre. Eso me lo cuenta padre, a madre no sé si le interesa contar esas cosas.
Sigfrido hablaba raro: un español con consonantes ucranianas, o de algún país de por allá; y, principalmente, era rockero. Estaba en la movida de bariloche, apadrinaba bandas, pero más que nada las iba a ver: se quedaba hasta el final, haciendo pogo, tomando en su vaso de taper alargado.
Le gustaba ir a la fiesta de la fruta fina, que se hacía –y se hace– en el pueblo. La fiesta se hace de viernes a domingo, una vez al año, siempre en enero. Y en la víspera se podía ver el renó 12 blanco de sigfrido –después fue un renó 18 cuatroporcuatro– avanzando despacio por debajo de los sauces, que en verano ya escupen esa baba pegajoza.
Llegaba y se bajaba del auto. Del baúl sacaba su mate que también era un vaso de taper, y una fuente con capón frío y asado hace mucho. Saludaba y se instalaba por algún lugar de la chacra: a veces amanecía en la orilla del río; siempre dormía con algún perro.
Se llevaba bien con los perros, ladraba cuando bailaba borracho.
Sigfrido era sabio, y también era raro. A veces me molestaba su manera de andar por la vida, me parecía una pose, pero uno no tiene poses cuando tiene más de sesenta años. Se declaraba mapuche –“mapuche significa gente de la tierra, y yo soy gente de la tierra” decía, sin escatimar modus ponendo ponens. Y tomaba champán rosado a temperatura ambiente.
Un día, ya viejo, recibió una herencia de una tía lejana. Con esa plata se compró el renó 18 cuatroporcuatro, y produjo el primer disco de mosca roseta, banda barilochense emblemática.
Nosotros, con primos y hermanos, padres, tíos y amigos, nos hacíamos cargo del puesto de la chacra en la fiesta de la fruta fina (en adelante, si la vuelvo a nombrar, fff). Vendíamos dulces y frambuesas al natural, pero lo que salía como pan caliente eran los tragos. Los preferidos por el público eran el kir royal –champán y cassis–, el martín rosso con frutilla y frambuesas, el gancia con loquevenga, y un fondo tóxico, que era un rejunte de todas las sobras y que tenía un nombre más sofisticado que fondo tóxico, que ahora no me acuerdo.
Sigfrido aparecía por el predio alrededor de las diez de la noche, dando zancadas largas y torpes. Llegaba a nuestro puesto y nos pedía que le guardáramos las botellas de champán, pero no que la pusiéramos en el hielo, y se iba a bailar. Los paisanos mamados la pasaban de lujo con el gringo loco que ladraba.
Ladraba y gritaba siempre. En una de las ediciones de la fff estuvo comanche, y ahí también gritó y ladró: “Tonta, comoquieresquetequierasimetienestodoeldíatrabajando”. “Guau”. “Guau”.
El cierre de cada noche de la fff se hacía en el gimnasio, y la banda que tocaba era delta 99, que hacían covers-de-la-onda-la-zimbawe-la-portuaria-y-carnaval-carioca-para-todos. Yo nunca fui, porque era muy chico y mis padres, sabiamente, me lo impedían. Dentro de ese enorme container de alcohol y humo, sigfrido ladraba y gritaba. Es un milagro que no lo hayan cagado a palos.

Una tarde de primavera, de esas que son calurosas y frescas, húmedas y secas, pero siempre ventosas volvíamos de la escuela en la traffic, manejaba jorge. En la puerta de casa estaba padre con los ojos llorosos, abrazando a madre.
Bajamos lento y el viento, que casi siempre presagia cosas feas, voló nuestros flequillos. Se murió sigfrido, dijo madre. Anoche –siguió– , salió de by pass o de otro boliche, y en una curva de pioneros una pathfinder pasó por arriba del renó 18.

Lloré mucho con la muerte de sigfrido, me arrepentí de no haber hablado más con él, de no haber sabido más cosas sobre su vida, y eso.

Con nico y aye, y a veces migui, cada tanto brindamos a la salud de sigfrido. Con champán rosado a temperatura ambiente, claro.

miércoles, octubre 18, 2006

lucho y vuelve

Madre, vía chat, me cuenta que está en mi casa de allá lejos tomando mate con lucho merino. Frente a la computadora me sale una sonrisa, y le digo –le escribo– que lo salude de mi parte.
–pensé que no te acordabas de él –dice madre.
–cómo no acordarme –respondo, misterioso.

Tenía alrededor de diez años cuando me enteré de la existencia de lucho merino. Por esa misma época en el pueblo –diría barrio, pero no es correcto– hubo conmoción y rumores, desmentidas y corridas. Y se debían a lucho.
Los merino, paisanos hechos y derechos, de esos que visten bombachas y boina, calzan botas de cuero y huelen a capón, vivían arriba del cerro mocho, al costadito del cerro el pato, que bien podría formar parte de la cadena del piltriquitron, pero no tengo los datos precisos que lo afirme.
Para llegar a su campo había que subir por la montaña un buen rato. El ascenso comenzaba por “la sombra”, que es como los valenzuela llaman a su campo, una parcela a la que nunca le pega el sol, a la vera de la ex ruta 258, actual ruta 40.
Las veces que subí a lo de los merino fue siempre a caballo. Coirón, el malacara, e inacayal siempre iban adelante, briosos, excitados, escarbando con los vasos la tierra negra cubierta de pinocha color óxido.
Llegado un momento el paisaje cambiaba: del bosque de pino al de los coihues imponentes, verdes y llenos de olor a vida, o algo parecido.
Y de repente, más arriba, el llano. Y al fondo, la casa de los merino: oscura y apestando a humo, a frito y a yerba usada.
En lo de los merino una vez hubo señalada. Los gauchos llegaron de toda la zona: de cholila y del maitén, de bariloche y de manquinchao; los caballos desfilaban con las mejores pilchas; sus jinetes, también. A lo lejos, cerca de la casa, se asaban dos bueyes, con cuero y sin yunta. En un costado jugaban a la taba, en otro galopaban e intentaban darle a la sortija.
Por ahí se paseaba orgulloso entre tanta vaca y tanto vino el papá de lucho, que se llamaba ambrosio. De la madre no me acuerdo el nombre, pero era chiquita, tenía el pelo blanco y le faltaba un ojo –esas cosas no se olvidan.
El ojo se lo había sacado ambrosio merino, nos enteramos más tarde.
Ambrosio merino la golpeaba, nos enteramos ese mismo día.
Lucho merino no soportaba que el padre golpeara a su madre.
Lucho merino cargó el colt .45, y lo descargó sobre su padre.
Se entregó solo a la policía, que lo traslado a esquel. Allí, en el penal, pasó algunos años purgando la pena, pensando en su madre bizca y golpeada, en su padre golpeador y muerto.

Hoy pasó a tomar unos mates con madre.
Cómo no me voy a acordar de lucho.


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Actualización
hermano me avisa vía mail desde la casa en la que llueve adentro:

lucho nos pintó la casa hace un par de años y en el descanso hablaba de futbol con el tincho, de deté a deté.
otro dato. pol llevó el cuerpo de merino padre, en la efecien.
otro dato. merino lucho le había dicho: "che pol, ¿no alcanza a mi viejo al pueblo?"

Actualización II
padre me avisa vía chat desde la casa de allá lejos:
no era la efecien, era la renó 12 brec azul, novísima. Tuvimos que acomodar el cuerpo de merino padre entre los dos asientos de adelante, yo le daba charla, me hacía el malo con el gaucho malo, él, nada.

"La pro-actividad ja ja ja ja"

Hoy fue -es- un día particularmente aburrido y falto de cosas.
Por la ventana de la oficina que está a la derecha se ven árboles cargados de hojas y edificios en construcción; en la computadora de enfrente, un pelado.
En teoría tengo todo el tiempo que quiera para escribir posts jugosos. Pero se me complica.

El nabo -ya hablamos de él- ahora escucha a los piojos, y silba. Antes pasaron alanis morissette y moby y los redondos -sin contar tango feroz y technotronics-, y todo en un solo día.
El nabo no le hace asco a nada.

Ah,
quiero escribir sobre el uso y abuso que se hace acá (el gran grupo y calculo que todas las empresas garcas) de la palabra proactivo.
Cuando tuve la primera entrevista laboral me preguntaron si yo era una persona proactiva. Ante la duda –no vaya a ser cosa–, dije que sí "siempre y cuando sea de frutilla". Rieron.
Y me dijeron: "muchacho, el trabajo es tuyo".
Ese fue mi primer acercamiento a la proactividad, y pronto comencé a leerla en las carteleras que hay en los pasillos:
“buscamos estudiante de Cs. Económicas, excluyente manejo de programas complicados para hacer cuentas. Necesitamos persona proactiva y bien dispuesta”.
“Gerencia busca gerente. Proactividad excluyente”.
“El call center necesita mano de obra barata, buen trato con el cliente y proactividad probada”.
Incluso la jefa, que no es the boss, y se podría decir que tiene un poco más de onda que el resto de los compas –lo que definitivamente NO es poco, pero TAMPOCO es demasiado–, nos dijo en una reunión de hace poco: “Chicos, necesitamos optimizar nuestros tiempos, trabajar como un buen equipo, saber qué le pasa a los demás, hacerles saber a los demás qué es lo que nos sucede a nosotros y así. Tenemos que tener la mente abierta, y ser muy proactivos”.
En un almuerzo, hace pocos mediodías, alguien dijo: “y sí, cómo no iba a durar así de poco esa gorda, si era re poco proactiva”.

Ahora, ¿qué garcha es ser proactivo?

La rae avisa: La palabra proactivo no está en el Diccionario.
Wikipedia tira unos resultados rarísimos, como un “Motor de base de datos embebible que sustenta la integridad de los datos, el alto rendimiento, flexibilidad, escalabilidad y un bajo coste total de propiedad”. ¿Eh?

Por suerte siempre está google y allí unas Mujeres del tercer milenio nos aclaran: “En el Siglo XXI una manera de triunfar es siendo Proactivos. Realmente la moda es ser dinámico y seguro.” Y siguen: “Ser proactivo es tener un sueño y no desmayar hasta realizar todo lo necesario para convertirlo en realidad.” Faaaaa.
Y más: “Otro rasgo de los proactivos es la de ser acertivos.”
La rae, a esta altura un tanto aburrida, avisa otra vez: “La palabra acertivo no está registrada en el Diccionario. Las que se muestran en el recuadro tienen una escritura cercana: Asertivo”.
“asertivo, va.
(De aserto).
1. adj. afirmativo.”

Volviendo a la página de las mujeres del tercer milenio: al final de la página ofrecen un test, para ver cuán proactivo es uno. Se los recomiendo.



P.D: Mientras escribo esto, el word me corrige la palabra proactivo. Pero también me corrige la palabra word.

Tango Feroz

Es temprano, muy temprano, como para que vos, pedazo de nabo, escuches en tu súper laptop el disco de Tango Feroz.
Y si no fuese temprano, bueno, tampoco deberías.

“Pedrito escribe sin parar que el mundo está por estallar y los demás en la oficina”

Además se me pega.

Hay que aclarar, sin embargo, que fue hilarante el momento de “aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara”.
El contexto, cómo intentaste bajar el volumen cuando pasó the boss; todo eso.

Y después, Technotronics.
Demasiado, man.

“Pump up the jam Pump it up”

martes, octubre 17, 2006

hoy es san perón

"son todos negros cabeza"
"¿se pelean los peronistas contra los radicales?"
"mirá esa negra, tiene espasmos"
"-hay gente que está al pedo.
- y sí no ves que son todos desempleados, negros al pedo"

éstos y otros comentarios del mismo calibre de sutileza se dieron cita por la empresa del gran grupo hace escasos minutos.

jueves, octubre 05, 2006

Esquizofrenia eres tu

De alguna manera tengo dos trabajos: el del grupo que bla bla bla -Folsom-, y el de la revista en la que trabajaba antes y que ahora sigo colaborando y haciendo otras cosas y yendo al menos una vez por semana y sí o sí a los cierres.
Ambas actividades son bien diferentes. Una, la del grupo, implica nueve horas en una oficina rodeado de compañeros extraños y demás detalles que ya fui dando a conocer o que contaré más adelante.
La otra, la revista, es un lugar en el que la confianza ya es absoluta, y nos divertimos y todo eso.
En un trabajo soy un ente que obedece órdenes y dice un promedio de 38 palabras por día, entre las que se cuentan:
“hola”
“está bien”
“dale”
“me parece”
“sí”
“no”
“bárbaro” (sí, a veces digo bárbaro)
“bueno”
“más o menos”
“estaría bueno”
y las combinaciones entre ellas y algunas que se salen del registro, que no son muchas.

En el otro, hablo de más, somos todos graciosos, ingeniosos, me río con ellos, me río de ellos, se ríen de mí, etc.
En uno me pagan bien y en el otro no. Adivinen en cuál.


PD: tengo qué decidir con qué tipografía me voy a quedar, o si voy a seguir cambiando todo el tiempo o qué.