lunes, septiembre 29, 2008
lunes
viernes, septiembre 26, 2008
viernes
Me vi entrar a la casa de pisos de madera y dejar los zapatos afuera. Me vi sentado en la reposera, pensando. Me vi escribir esto desde un escritorio vacío, con un dibujo de hijo como único adorno. Desde allí arriba escuché los ruidos de una casa habitada.
viernes, septiembre 05, 2008
viernes
("Son, son, son, here it comes")
martes, septiembre 02, 2008
mujeres (II)
*Claudia me dijo que usaba mucho internet para mantener la pareja. Después rió. Estábamos en el Rosedal, era un día de semana con mucho sol y cielo celeste. Mientras ella posaba con los patines, un shorcito blanco y un pequeño top, la gente se acercaba a mirar. Varios se sacaban fotos: alejaban una mano y se enfocaban, en un ejercicio de pura intuición. Con la mano alejada apretaban el disparador: en el cuadro, ellos -cada uno-, solitarios, con un brazo largo que se pierde por detrás del obturador y, a lo lejos, el culo de Claudia, que un día dijo uy como estoy y listo, lo consiguió, llegó.
*Cinco días después, Claudia me llamó al celular. Yo acababa de despertar de una siesta y estaba esperando el 36, el peor colectivo de la galaxia. El teléfono decía: Claudia, y su número, y el ruidito que hace el teléfono cuando recibe una llamada. Atendí. Ella lloraba. Me decía sos un hijo de puta, como pudiste hacerme algo así, yo te hablé con sinceridad, te dije que era una nena, que no hacía cosas para llamar la atención. Y era cierto, Claudia cultivaba el perfil bajo. Y yo no tenía ni idea de qué me hablaba. Le dije: de qué me hablás. Y respondió: no te hagás el gil. Y le dije: no me hago el gil, no sé de qué me hablás. Me contó: pusiste de título que yo tenía sexo por chat con mi novio. Reí. No, tontita, yo no puse ese título. Yo puse un título mucho más buena onda, que al parecer al editor no le gustó tanto.
*Claudia tragó los mocos y dijo: ahora tenés que arreglar lo que hiciste. Le dije que sí, que claro, que no se preocupe. Suspiró y cortó.
*Unos quince minutos más tarde, el 36 dobló en Julián Alvarez. Venía hasta la manija.
(Esto es algo así como la continuación, un año después, de la serie iniciada con Moria. ¿Habrá más?, nunca lo sabremos.)
martes
Sra. Smith. -¿Pero quién cuidará de sus hijos? Sabes muy bien que tienen un muchacho y una muchacha. ¿Cómo se llaman?
Sr. Smith. -Bobby y Bobby, como sus padres. El tío de Bobby Watson, el viejo Bobby Watson, es rico y quiere al muchacho. Muy bien podría encargarse de la educación de Bobby.
Sra, Smith. -Sería natural. Y la tía de Bobby Watson, la vieja Bobby Watson, podría muy bien, a su vez, encargarse de la educación de Bobby Watson, la hija de Bobby Watson. Así la mamá de Bobby Watson, Bobby, podría volver a casarse. ¿Tiene a alguien en vista?
Sr. Smith. -Sí, a un primo de Bobby Watson.
Sra. Smith. -Quién? ¿Bobby Watson?
Sr. Smith. -¿De qué Bobby Watson hablas?
Sra. Smith. -De Bobby Watson, el hijo del Viejo Bobby Watson, el otro tío de Bobby Watson, el muerto.
Sr. Smith. -No, no es ése, es otro. Es Bobby Watson, el hijo de la vieja Bobby Watson, la tía de Bobby Watson, el muerto.
Sra. Smith. -¿Te refieres a Bobby Watson el viajante de comercio?
Sr. Smith. -Todos los Bobby Watson son viajantes de comercio.
Porque no es nada fácil seguirles la huella por ese farragoso camino rodeado de nombres y apellidos que se unen a otros nombres y apellidos y a veces a profesiones y a recuerdos en común. Recuerdos en común que, claro, para nosotros son como cuando Bobby Watson fue a la casa de Bobby Watson y se encontró con Bobby Watson. Indeed.
*Ionesco, E. "La cantante calva". Antipieza.