sábado, junio 30, 2007

working class nonheroe

Hay ciertas personas que generan en mí un comportamiento extraño, errático. Allá: los que atienden en la estación de servicio, los mecánicos, la gente de campo, albañiles. Acá: porteros, mecánicos también, plomeros y expertos en alguna cosa. Y así me convierto en un asentidor profesional (“ah, claro, ahora le va a pasar el fratacho”), un mal contador de chistes (“¿sabe como le dicen a river?”), un mal reidor de chistes (“por supuesto, ja ja ja, ahora entiendo”), todo eso y mucho más. Y además, a estas personas, no las tuteo.
Miro sus manos manipulando las herramientas, son hábiles emparchando gomas de autos y sus dedos están curtidos; hacen un pozo en dos minutos, con una pala corazón desafilada; serruchan mirando a los costados, y el corte es recto, impecable. Y yo al lado de ellos, completamente inútil.
Hay una rama de mi familia, por parte de madre, que asciende hasta mi abuelo y tal vez mi bisabuelo -no llegué tan lejos-
, que se especializa en este comportamiento. Mi abuelo, el pater familiae de esta cuestión, llama “jefe” a cualquier persona que tenga una herramienta en su poder. Mi primo, Migue, también. Se quedan al lado, miran, opinan. Lo que los diferencia de mí es que ellos ayudan; están ahí, saben lo que esta gente está haciendo, saben nombres técnicos, proponen soluciones.
Ahora está Cristian en el baño, está instalando el lavarropas que compramos. Cristian es el portero del edificio. Es joven y de Boca; sus ojos parecen siempre delineados y me dice “pollito” casi desde el primer día que lo vi. Cristian entonces corta caños y hace roscas; antes sacó el bidet. Cada tanto me grita: “pollito, traeme bolsas”; o “pollito, cerrá la llave de paso del agua fría”; o “pollito, ¿tenés un trapo y un balde?”. Con Cristian nos tuteamos; a veces incluso le digo Cris. Pero igual corro, solícito, en busca de bolsas o de la llave de paso de agua fría; en busca también de trapos y baldes. Y también hago chistes malos y me río de los suyos, malos también. Y me equivoco el nombre de las herramientas.
Recién casi me manda a la ferretería a comprar tornillos. Me puse la campera y todo, pero justo encontró unos que servían lo mismo.
La ferretería es otro de estos terrenos donde me siento empequeñecido, minimizado, absolutamente prescindible.
En un rato va a cortar la luz.
Le tengo miedo a la electricidad, y también al gas.
No puedo leer manuales de usuario.
Cristian pregunta si hay poxirán.

lunes, junio 25, 2007

lunes (otra vez)

*Leo en libro que me regaló lu: "Cada vez que Arthur volvía a casa, se figuraba, crédulo, que la historia familiar, suspendida desde su última visita, se reanudaba donde él la había dejado. Pero cada vez se daba cuenta de que esa historia -su predilecta- había continuado sin él. Cayó en la cuenta de que captaba palabras, miradas y alusiones inesperadas, anécdotas en las que él ya no estaba incluído. La vida seguía allí sin su presencia". Y esa es la sensación que sentía cada vez que llegaba a mi casa del sur después de un cuatrimestre o un poco más, acá, en la ciudad.
Una chica una vez me dijo: "aprendé a perderte las cosas", tal vez en relación a esto, tal vez nada que ver.

*El sábado rendí un parcial de la carrera interminable, de la carrera con obstáculos. No sé cómo me fue -y si supiera igual diría: mal, me fue mal; contesté todas, sí, pero bueno, no alcanza con eso-. Sólo sé que estuvo lindo volver en bici, pasado de vueltas, con el sol arriba, encandilando, con el cielo celeste y las manos frías y una canción pegada como con chicle en mi cerebro.

*Hace una semana, más o menos, fuimos a comer a lo de mis abuelos de acá. Se festejaba mi cumpleaños atrasado, y el de zimmy, mi primo, en hora. En cierto momento, entre la sopa crema de zapallo y el plato principal, se da el siguiente diálogo:
abuela: "es muy fácil preparar esta sopa, sólo hay que usar la minipimer"
yo: "no tenemos minipimer"
abuela: "si quieren minipimer, cásense"
yo: "..."

*Ahora, planificamos la fiesta.

jueves, junio 07, 2007

jueves

* Hoy es la víspera, mañana cumplo años. No muchos, tampoco tan pocos. Un primo, cristof, la noche antes de cumplir doce años dijo que quería descansar. Que era "la víspera". Que no lo molestaran. Eso, que lo dejaran descansar. Sorprendidos, le hicimos caso.
Decía, mañana cumplo años. No iba a hacer nada, pero al final van a venir mis hermanos de visita, y mis primos. Tranquilo. Tomaremos unas cervezas, escucharemos unos discos.

*El laburo entró en su meseta de cada mes. Luego de la vorágine, llega la tranquilidad. Y a veces aburre.

*No se me ocurre nada más por el momento. Pero tengo un par de cosas sobre las que quiero escribir, para seguir en la tónica "recuerdos-de-mi-infancia-en-la-pradera". (Hoy, si tuviese ganas, podría escribir: cuando nací nevaba mucho en bariloche. Al falcon blanco modelo sesentaidos le costaba abrirse camino por la nieve que se acumulaba en la huella. Mis padres eran jóvenes, apenas veinte, veintidos años. Yo era su primer hijo).

*Alguien llega al blog, desde google, después de escribir la siguiente pregunta: "si en una caja hay sapos y cada sapo mira seis sapos, ¿cuántos sapos hay?". Yo, lo siento por él, no tengo la respuesta. Aunque me suena que son siete.