lunes, marzo 26, 2007

lunes

*El 22 de marzo, desde 28 de noviembre, escribí algo en el blog que se evaporó en la lentitud del ciber. Allí contaba: la llegada a río turbio, la oscuridad se cierne hacia el este; sólo tenemos un teléfono de la hermana de una amiga de un amigo que es novio de una amiga; el pueblo es misterioso y en el aire flotan fantasmas de mineros muertos, de viudas negras, gritos lejanos y ladridos de perros y otras cosas que flotan en el desierto cuando sopla el viento: una bolsa de la anónima, una mata de neneo, polvo.

*Ahora estamos en ushuaia, el fin o el comienzo del mundo, depende de cómo se lo mire. Es de noche y hace frío. Desde la ventana se ven las luces de la ciudad que bajan, anaranjadas, hasta el mar, hasta el canal de beagle, y también unos barcos amarrados en el puerto. De afuera llegan los ruidos típicos de una ciudad: autos, ladridos de perros, viento. De adentro, un disco y el ruido a los morrones que se fríen en la sartén.

viernes, marzo 09, 2007

viernes

*Se acerca el gran final. Como en el clímax de una película de suspense, siento el increscendo de la música, las secuencias que se acortan, los planos que también. Hay unos timbales, varios violines, un contrabajo. Mientras, guardo algunas cosas en el bolso: una taza, el mate, algunos marcadores, un resaltador naranja, una caja con saquitos de té earl grey que nunca tomé, un tenedor, unos clips y ya paro de contar.

*La mandíbula me duele más que nunca, a pesar de que intento relajarla y masajearla y cuando muerdo fuerte pienso en cosas lindas. Calculo que tendrá que ver con esta historia de irnos de viaje y con la renuncia final. Igual, sepan que mucho no creo en todas estás pseudo enfermedades posmodernas... bruxismo, sí, cómo no. Síndrome de déficit de atención, claro, seguro, ahora mismo.

*Son las cuatro y media. Me voy a las cinco y media o un poco antes. Ya almorcé el almuerzo de despedida con lu; no en el restaurante caro, porque aumentó más, pero sí en el otro. Ella se tuvo que ir rápido porque va gente a despedirse y tenía que estar allá. Yo di una vuelta a ver si me compraba un libro o un algo. Volví caminando lento, más lento que nunca y eso que ya caminé lento viniendo para acá. Entré y borré documentos comprometedores de la computadora y fui al baño por última vez.

*El viaje: chacra, esquel, corcovado, alto río senguer –no sé por qué, pero insisto con ese lugar hace mucho tiempo– y más. La ruta cuarenta de ida, la tres de vuelta. Pasar por aluminé, donde casi nazco; pasar por puerto deseado. Ir a río grande a ver al tío ricky. Ir a veintiocho de noviembre, donde no hay nada, salvo la hermana de una chica que conocimos una vez.

*Títulos finales.

*Nos vemos.

jueves, marzo 08, 2007

jueves

*Hasta hace un rato llovía con fuerza, ahora ya no más, pero el cielo sigue encapotado y por la ventana se ve todo oscuro. Las preguntas más importantes de este momento son las siguientes: ¿pido comida?, ¿salgo a la intemperie y a las calles inundadas y apunto hacia el restorán caro pero rico y como alguno de los platos del día?, ¿pido empanadas con el resto de mi compañeritos? Nada más. No tengo más preguntas por el momento.

*La compañera de cubículo, la compañera que se va a casar en santiago, la que recibe mails lípidos de su prometido, la que parece que la van a echar; en fin, ella, mira vestidos de novia en alguna página afín. Está así desde hace un rato. Pone en google: vestidos de novias + fotos. Y hay miles de resultados, y los lee todos y mira las fotos y cada tanto anota algo en una libreta. Ayer miraba carteras en mercado libre, carteras de más de quinientos dólares, carteras de marca, carteras grossas. Hoy, vestidos de novia. Mañana, no sé, mañana no me importa, mañana es mi último día.

*Al final, el grueso de los compañeros de trabajo organizó una “empanada party” o algo así. Yo, claro, no estoy invitado. Yo soy invisible. Yo no existo. Soy el fantasma que vaga por la oficina. Gente que tengo a no más de ocho metros me saluda recién al mediodía, por primera vez; buen día, me dicen, y yo ya pasé a su lado, a lo largo de la mañana, unas tres o cuatro veces.

*Una vez, en bariloche, fui a un cumpleaños de quince de una amiga de una prima. Yo era muy chico, pero todavía me acuerdo de la canción que decía: “quince primaveras, quince flores nuevas”. Y del vals. Años más tarde, una compañera de la secundaria festejó sus quince en el boliche del bolsón. Entró montada a caballo por la puerta. Tenía un vestido elegante y un peinado sofisticado –su papá era peluquero–. Recuerdo que había mucha luz y muchos flashes y muchos padres. Bailé el vals. El caballo cagó dentro del boliche. Nos emborrachamos con sidra.

*Hay que empacar y voy de a poco. No me organizo. Ayer grabé un par de cedés más y completé los cientocuarenta que vamos a llevar. Falta la ropa. Tengo los libros y las libretas y un grabador por si las dudas; tengo las ganas, la campera y un par de zapatillas. Tengo, también, el documento nacional de identidad: un logro personal, un milagro de la burocracia, un poco de fe en el mundo gris y pegajoso de las oficinas públicas.

miércoles, marzo 07, 2007

miércoles

*Siempre pensé a los miércoles como el día-punto de inflexión de la semana. Así como una vez que llega julio el año ya está muy cerca de su fin, lo mismo le pasa a la semana luego del miércoles. Los días, a partir de ahí, no se suceden, se tropiezan entre ellos. Y de repente es viernes a la tarde y ya está. Hasta el lunes. Hasta el miércoles. Hasta nunca.

*Por la mañana caminé tres cuadras a la par de uno de esos camiones que en la caja llevan kilos, montañas más bien, de huesos y carne; y que arriba de esas montañas van dos personas, sin remeras, que armados con machetes o hachas se encargan de trozar los huesos y la carne, y las astillas de vaca salpican para todos lados. Siempre me habían intrigado esos camiones: de dónde vienen, a dónde van, cuanta carne juntarán, qué harán con esos huesos; incluso me dieron ganas de sacarles muchas fotos y armar algo así como un ensayo, o filmar o algo. Hoy directamente me dio asco.

*Y sí, es miércoles, y me quedan dos días de trabajo. Y lo digo así, como al pasar. Pero es algo bastante importante. Después de exactos siete meses, faltan dos días para guardar todo en el bolso –todo significa una taza, un mate, una bombilla, una libreta, y por ahí me afano unas cajas de cedés, cosa que es bastante triste– e irme para no volver. Y viene con yapa: a las diecinueve horas sale de retiro el bondi que nos llevará hasta la chacra. Ahí, buscamos el auto, cargamos nuestras cosas, el colchón, los discos, las ollas, etcétera y salimos rumbo al sur. La idea es llegar a ushuaia. Bajar por la cuarenta, volver por la tres. Hacer el perímetro de la patagónia, todo. Hasta donde no haya más ruta.

*Me llega un mail que avisa que el siete de marzo sale a la calle el devedé “batigol, la historia de un goleador”. Y me acuerdo de lo tanto que odio a batistuta y su cara de chico bueno, de chico de barrio correcto, con su barbita y su gorrita, y encima su gran parecido con rodrigo, el compañero de la primaria que era el hijo de la vicedirectora y que era de la pampa y que le gustaban las mismas chicas que a mí, y tenía más éxito, claro, y si no, apelaba a la ayuda jerárquica que le brindaba su mamá.

*La vecina de computadora recibe un mail que dice: “amorsote, te quiero mucho, no?... ya no veo la hora de besarte todita.. te amo changuita de mi alma”. Yo leo desde atrás, disimulado, impune. Parece que se va a casar dentro de muy poco, y va a volver a su santiago natal. Y está bueno, porque me enteré que el plan de la jefa es rajarla lo antes posible.

*Va a llover.

viernes, marzo 02, 2007

dos de marzo



feliz cumpleaños
donde sea
que estés.