lunes, abril 11, 2011

lunes

Ah, la justicia poética de las tres salchichas hirviendo en la olla gris mientras afuera llueve después de tantos días y tantas noches. O los panes, descongelándose hasta endurecerse en el horno. O la computadora, que se desangra de energía y muere y se enchufa -la enchufo- y otra vez, revive, a pesar de las promesas, a pesar de los juramentos, a pesar del solitario. O el ruido de la heladera que es un zumbido lejano, agudo, que está ahí, como alguien que te mira de lejos. O la radio, prendida casi sin volumen. O mis dientes que se muerden entre sí y la cara se endurece en un gesto que no sabría describir. O las gotas sobre el techo. O la gata, en la ventana, afuera, y más allá el negro de la noche y el reflejo de las ventanas con la mitad de mi cuerpo ahí, mirando hacia lo oscuro.