Hay runrún y radiopasillo.
Circulan, por toda la empresa
del gran grupo, rumores y más rumores.
Que ya hay un organigrama,
que ya se definió quiénes van a seguir;
que toda esta sección se va para otro lado,
y quedamos a cargo de garompa.
Que todos los que no aparecen
tienen que juntar sus petates e irse.
Yo lo único que quiero es que me digan:
muchas gracias por estos tres meses
y diez días de trabajo.
Ha sido un gusto.
Les doy la mano, y me retiro,
simulando dolor.
Otra opción, más heroica,
es la siguiente.
Que echen a alguno que quiera seguir,
que tenga que mantener una familia,
pagar el seguro del auto,
que quiera ser parte de esta empresota.
Que llore, y pataleé.
Entonces entro en acción, y digo:
¡no!, échenme a mí.
Oh, dicen las cortesanas,
oh, dicen los caballeros.
Los jefes se quedan sin voz, se quiebran
y se miran entre ellos, confundidos.
Luego de algunos minutos de zozobra
Me condecoran y me palmean la espada.
Y me mandan patitas a la calle.
Y todos felices.
4 comentarios:
jaja. no, hacés éso y yo creo que te ascienden...
sí, creo que estoy errando la estrategia...
Canciller, no querés armar una editorial-independiente-de-poesía conmigo? Prometo hacerte nota en Llegás.
Rubia, yo digo que sí.
Y más si voy a ser entrevistado, ponele.
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