miércoles, diciembre 26, 2007

miércoles

*La ciudad, como todo organismo vivo, posee una aceitado sistema inmunológico que se encarga de sacar afuera a todos aquellos agentes extraños que pueden perturbar su funcionamiento. Hoy soy uno de esos agentes extraños; hoy la ciudad termina de echarme.
El funcionamiento de este sistema inmunológico, a falta de proteinas, células y tejidos, corre por cuenta de colectiveros, taxistas, albañiles de obras vecinas que empiezan a martillar a las 8:43, petardos, fuegos artificiales, calor, humedad, gente haciendo compras navideñas, avenidas atestadas, humo negro de cualquier colectivo Plaza, mierda de perro en las veredas, bocinazos varios. En síntesis, lo de siempre. Pero es diciembre, macho.

*Mañana 14 horas sale el ómnibus -con su comida enlatada, con sus pésimas películas- que nos llevará sin escalas -es un decir- al paraíso -es, casi, otro decir-. Nos vamos un mes. Queremos trabajar un poco, vaguear bastante, tirarnos al río, jugar al fútbol, subir a alguna montaña, escribir una novela, casarnos, beber cerveza fría, mate a la mañana, caminar por caminos de ripio, regar -sobre todo regar-, mirar todas las estrellas, tener largas sobremesas, acariciar a las dos perras negras, a la gata gris, ir a Bariloche, pasar año nuevo en el medio del desierto. Siguen las firmas.

*Ahora me voy a trabajar. Es el último día en Villa Luro. Me quedan dos treintaycuatros. Los saludo.

3 comentarios:

nicoleta dijo...

Hoy desperté con el ruido de una sierra eléctrica. Y pensé: ¿será así el por el resto de mi vida?

Aye dijo...

los espero ansiosa, amigos!!!

Anónimo dijo...

Esperame que ahi voy