jueves, febrero 22, 2007

jueves

*Desde hace un par de horas que intento comunicarme con el cegepé donde, en teoría, marge, en teoría, mi documento nacional de identidad debería haber estado listo hace unos cuatro meses, como mínimo. Tengo anotado en la constancia de solicitud de trámite el teléfono de susana, encargada del área de registro civil. El teléfono llama, me atiende un conmutador, marco la opción requerida, espero, llama, me atiende un conmutador que me avisa que el interno está ocupado, me avisa también que me comunicará con una operadora, el teléfono llama. Está esa musiquita de pianola, que suena a película de cowboys, y suena y suena y sigue sonando. Y susana no me atiende más.

*En la casa del sur la perra está preñada, preñadísima. El parto es inminente: la perra tiene las tetas hinchadas, apesta y se armó su cucha. Ayer, por mail, empezaron las apuestas; los ítems en juego son muchos: cuándo va a parir, cuántos va a tener –cuántas hembras, cuántos machos– y, como dicen que los labradores pueden tener cachorros de distintos colores, eso, de qué colores van a ser las crías. Yo arriesgué con: 28 de febrero, siete –cuatro hembras, tres machos–, cuatro negros, dos marrones, un té con leche, nacen sanos. Mellizo lado a (parece que prendió la onda de llamarse lado a y lado b; incluso lado a me dice en tono jocoso que a lado b le encanta llamarse a sí mismo lado b y se ríe, todo por mail) aventuró con: 21 de febrero, cuatro, negros, tres machos, una hembra, sanos, olor a tostadas. A la fecha ya le erró.

*Con lu ya reservamos un perrito. Todavía no sabemos cuándo ni cómo lo vamos a traer ni tener. En el departamento no entra, y me imagino la escena de celos de agente cooper, el gato. Pero bueno, de última puede quedar allá por un tiempo, total madre quería quedarse con uno y esta es una buena excusa. Los nombres pasan y no convencen; a mí me gustan cachorro lópez y perro santillán. Hay que negociar.

*Mellizo lado b llegó ayer a la mañana, vino a ultimar detalles de su inscripción a la carrera. Ayer pasé de visita por olleros, y todos me recriminaron que sólo pasaba cuando venían mis hermanos, que ya no iba más porque sí, que había olvidado mis raíces. Yo les dije que era verdad, pero no era a propósito. La pasamos muy bien, tomamos varias cervezas y fumamos cigarrillos, que es el deporte oficial de olleros y hablamos mucho. La música, ahora que está arreglada la potencia, volvió a ser lo que era. Los vecinos felices.
Y sí, algún día voy a escribir algo de los casi cuatro años que viví en olleros.

* Diálogo con mímica
–Oye, jefe, mañana falto porque tengo que ir a hacer unos trámites por el dni.
–No está bien que faltes.
–Echame.

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