domingo, enero 14, 2007

gauchesca

Nadie salió a despedirme
cuando me fui de la estancia
solamente el ovejero,
un perro nomás,
Cosas que pasan.



No sé por qué escuchaba a larralde. Pero sé que lo hacía.
En casa teníamos un equipo hitachi gris plomo, y ahí ponía el caset. Ida y vuelta. De un lado y del otro. Un caset blanco, de rca. Ver lámina adjunta.
Tenía unos cinco, seis años. Y me vestía con un poncho. La mística gauchesca me podía; todavía no conocía a los cowboys, que son la versión for export de los gauchos. Si los cowboys son marlboro, los gauchos son un armado salivoso y de formas extrañas de tabaco mariposa con papel ombú.
Me gustaban los caballos; sus ojos que parecen bolas de adivinos, redondas, transparentes y con un mundo en blanco y negro reflejado adentro; el olor del pelaje, el olor a la montura y a los aperos. Me gustaba aprender sus modelos: bayo, alazán, malacara, tobiano –mi preferido: naranja, blanco y negro–, rosillo, moro, oscuro.
También disfrutaba de los viajes por la línea sur que emprendía con mi padre. Ñorquinco, jacobacci, los menucos, valcheta. Estancias de turcos, campos kilométricos, casas detenidas en el tiempo, ovejas. Mi viejo al volante de la efecien blanca, yo parado a su izquierda, entre el asiento y la puerta, entre el volante y la puerta, entre mi viejo y la puerta. Del otro lado de la puerta, el desierto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿el gaucho insufrible?

Old Girl dijo...

Es especialmente bella la juntura de su padre, el caballo y la camioneta.
La juntura: cómo ud. lo escribe.
Eso cree Oh dae-su.

Esteban dijo...

Che, y Cafrune no? El tema que repite en el estribillo que pescó una tararira no sonaba? es mortal

Unknown dijo...

no, cafrune no mucho. Mi viejo una vez, en uno de los viajes, compró un caset de cafrune en una estación de servicio venida a menos. Compró tres casets para no dormirse: uno de león gieco, oktubre y el de cafrune. Los odié por igual. Con el tiempo, un poco, se me pasó.

Acercandra dijo...

Estaba blogudeando. Son las tres de la madrugada aquí en Madrid. Dije: cuento hasta diez (next blog)y si no hay nada que me enganche me voy a dormir. Eras el diez (pensé curioso, un argentino, aunque ese nombre un piso...)Me enganchó tu forma de escribir, de contar. La precisión, la contención. Y las imágenes. Qué bueno. Pero me voy a dormir ¡YA!
Algún día conoceré el sur.