martes, junio 09, 2009

martes

El valle y el día y todo amaneció cubierto por una niebla espesa que apenas si dejaba pasar algún rayo de sol, un sol que visto así estaba opaco, desgraciado, más parecido a un foquito de veinticinco watts que a la bola inmensa de fuego que arde a miles de kilómetros que es. La niebla no cedió en todo el día de mi cumpleaños número veintisiete. Ni en la chacra, cuando comimos pollo al horno y tomamos vino y charlamos en el living y el fuego de la chimenea calentaba el ambiente y Chan Marshall cantaba sus canciones. Menos aun cuando volvimos manejando despacio y con la calefacción al mango por la ruta serpenteante y oscura. Tampoco cedió a la noche, cuando vinieron los chicos y estuvieron un rato y hablamos de todas esas cosas y tomamos más vinos. Ni cuando le dimos la última mamadera del día a Juan y después nos acostamos con los labios violetas. Ahí menos que nunca: por la ventana se podía observar que estábamos dentro de la nube, que la nube era gris y espesa y que alrededor nuestro ya no había ni iba a haber más nada.
***
Hoy: sol.

4 comentarios:

Julia dijo...

Debe haber sido un buen día con Chan Marshall de invitada cantando junto al fueguito. Todos los finales nunca son tales. Hoy: sol acá también. Feliz cumple!

Protervo dijo...

lindo acostarse con los labios violetas.

Anónimo dijo...

Feliz cumple chinaso!

Lucardo dijo...

Feliz cumpleaños desde el País Vasco.