sábado, abril 07, 2007

sábado

*Un viernes, hace cuatro semanas, salíamos para el sur en bondi. A las cinco y algo de la tarde me escapaba raudo del trabajo, me despedía de mis compañeros y de mi jefa, con la sonrisa apenas disimulada. Hacía calor, recuerdo, y en mi cabeza daban vueltas todas las cosas que seguro me estaba olvidando, además del vértigo de la renuncia, de irme un mes, de no saber bien a dónde. En el correo la gente se agolpaba sobre el mostrador. Después de algunos cálculos decreté que la renuncia sería el lunes, desde donde fuera que estuviera, o no sería. Y la renuncia fue, y fue en la sucursal esquel del correo argentino, a las 9.16 de la mañana del lunes doce de marzo.

*Ahora entra sol y algo de viento por la ventana del living, lu escucha la radio en el cuarto y agente cooper, el gato, da vueltas por la casa mientras huele extrañado nuestras cosas que se amontonan en la mesa, y también a nosotros que seguramente olemos extraño, después de un mes de ausencia.

*En total fueron ochomilcien kilómetros de viaje. Una goma pinchada, cerca de bajo caracoles. Cientocuarenta discos, de los cuales habremos escuchado unos cien. Varias horas por día sentados frente al parabrisa del auto, viendo las líneas blancas y las líneas amarillas de la ruta que se suceden en prolijo orden, o bien el ripio suelto y amarillento, con sus serruchos, los cercos alrededor, las huellas marcadas, y los ñandúes mirando atentos desde el costado y que apenas pasamos cerca se dan a la fuga sin mirar atrás.

3 comentarios:

nicoleta dijo...

Te extrañamos enormemente.

Anónimo dijo...

qué buen viaje, willies !

Anónimo dijo...

bienllegados, nunca vueltos