martes, julio 30, 2013

martes

A la tarde nos quedamos solos y Juan se aprende la canción de la hinchada de Independiente que dice: "Rojo, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo, te alentaremos, de corazón, esta es la hinchada que te quiere ver campeón; no me importa lo que digan, lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más". No nos damos cuentan y pasan dos horas y afuera se hace de noche. Manu cada tanto nos mira desde el piso. Tiene las piernas como en una postura de yoga y se ríe. Agarra el chupete y lo golpea contra la mesa ratona. Una vez, dos veces, tres. Hace como que se para, se vuelve a sentar, golpea el chupete. Nosotros seguimos con la canción mientras en la tele está el noticiero sin volumen. "La parte que más me gusta es la que dice: 'yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más'", canta Juan y vuelve a empezar.
Cocino una tarta de zapallitos con zanahoria. Manu explora el piso. Juan sigue cantando en el sofá: tiene medio disfraz del hombre araña puesto y por abajo del buzo asoma el guardapolvo del jardín. Dice que le duele la panza pero igual se come un chupetín que quedó en una bolsita de un cumpleaños.
A las tres de la mañana Juan se despierta gritando que tiene miedo. Llora y patalea y está parado en el medio de su cuarto. A Lu le cuesta un rato acostarlo, calmarlo. Le toca la frente, me pide el termómetro. Manu se despabila y se ríe: le veo los cachetes que cambian de posición en su cara. Más arriba, más abajo, y una respiración que es una risa relajada. Juan tiene fiebre y ahora grita que tiene miedo del remedio. Tarda en dormirse y cuando Lu vuelve yo me llevo la almohada y me tiro en la cama que sale de abajo de la de Juan. Duermo y me despierto. Cada tanto Juan suspira o llora o se agita y yo le doy la mano y se vuelve a dormir. No puedo sacarme la idea de la cabeza de que fue la canción del rojo la que le hizo mal.

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