Le preguntaba si podía revisar mails, que estaba esperando algo, que siempre espero algo, y me decía que sí, que pase a la habitación del fondo. Había tres computadoras nuevas, de pantallas grandes y blancas. Mientras trataba de entrar al mail veía o vi, sentado en una silla, a Cerati, con una bufanda roja y azul y la mirada perdida. Al principio me asusté, o al menos me sobresalté. Al rato entro la novia y me dijo que no me preocupara, que estaba ahí pero que no estaba, que sólo reaccionaba al ruido del chat de msn. ¿Usás msn? No, le dije o le decía o le digo: los tiempos se confunden. Hace muchos años que no uso el chat. Está bien, me decía, yo ahora chateo porque tengo mucho tiempo libre. Me imagino, asentía, o asentí, mientras esperaba que el mail se cargara.
Mi viejo y un amigo entraron a ese cuarto a buscarme: ya nos vamos, se hace de noche.
Con la bolsa de la anónima llena de ropa brillante y moderna, sin haber visto los mails, la novia me acompañó hasta la puerta. Mientras todos salían, la novia, apoyada en la puerta de madera pesada se me acercó y me dio un beso largo, dulce, rubio y nos fuimos.
PD: qué aburrido leer sueños de otro
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