domingo, febrero 07, 2010
domingo
Primero un pájaro se posa sobre un roble. Después otro. Después otro. Con ritmo hitchcockiano los pajaros ocupan las ramas de ese pulmón verde y literal que forman los dos robles frente a la casa. Los pájaros van y vienen, hacen sombra en el cielo, le ganan al viento. Cada uno de los cientos, miles, millones, de zorzales come una fruta y después otra. Y después otra. Primero comen las maduras, que no son muchas, más tardes las verdes, después todas. Dejan como señal las plantas dobladas y cagadas azul arándano en el pasto. Padre camina por la plantación como un poseso: aplaudiendo, gritando, moviendo los brazos, fuera pájaro, fuera; Madre mira desde la ventana que se llena de lluvia y se empaña con el calor de la casa, con el frío de afuera. Fuera, pájaro, fuera. Pero los pájaros no se van. O sí se van, pero vuelan hasta los robles y enseguida vuelven. Primero uno, después otro, después otro.
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2 comentarios:
qué hermoso chino. me imagino un relato escrito así, con forma de diario y entre las entradas desconectadas y silenciosas, un río invisible de cosas no dichas. muy hermoso.
Hitchcock es el padre de los pájaros.
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