jueves, febrero 25, 2010

jueves

Vi pasar el avión -su panza blanca, las luces en las alas, las miles de ventanas- desde la ruta con pinos torcidos por el viento que mi abuela vio cuando plantaron. El renó nueve estaba estacionado en la banquina con el capot abierto y la difunta correa y el sol encima. Vi pasar el avión y saludé. Pasó haciendo fuerza mientras subía, pasó cerca, ruidoso y brillante, y adentro iban Juan y Lu, sentados al lado de una de las miles de ventanas.
Un rato después ya estaban en Buenos Aires, sin lluvias ni calor, con familiares contentos.
Un rato después ya estaba en el taller del barrio Ñireco-Tijuana, a la sombra del renó, esperando un mecánico y una correa nueva.
Marina y Juan Cruz compraban comida, el río corría sucio, la radio y las sierras y los otros pájaros de la siesta sonaban en la distancia.

viernes, febrero 19, 2010

viernes

Sueño: estoy en Nueva York con Lu y Juan; Juan tiene pocos años. Desde el aeropuerto llamo a Kyp Malone el cantante de TV on the Radio. Lo entrevisté una vez para llegás y encuentro rápido su teléfono en la agenda. Está en Brooklyn, dice. Le pregunto si puedo ir con mi familia a su casa, que lo quiero entrevistar otra vez. Me dice que sí y me da la dirección. Hablamos un rato, no tengo grabador. Anoto cosas, no lo escucho, o si lo escucho no lo entiendo. Le pregunto si me puede dar el teléfono de David Bowie, que grabó una canción con ellos. Ah, David, sí, anotá. Al rato estamos en la casa de Bowie. Es enorme, blanca, entra el sol por todos lados. El también, viste de blanco y tiene el pelo blanco y un ojo blanco. Tengo miedo de que Juan manche el sofá blanco. Le hago preguntas. Le digo que nos gusta ver a los tres Laberinto, una y otra vez.

jueves, febrero 18, 2010

jueves

*En el bosque.

miércoles, febrero 10, 2010

miércoles

*Salió el sol después de muchos días de lluvia y nubes y viento, a veces todo junto, a veces separado, pero siempre lluvia o nubes o viento. Salió el sol, decía, y no sabemos bien qué hacer con él. Lo tratamos como a un familiar o un amigo al que hace mucho tiempo que no vemos y que suponemos o creemos recordar que algo malo pasó entre nosotros, que por algo dejamos de vernos, y ahora, reencontrados al fin, nos tanteamos con cuidado, nos tratamos con respeto pero con una distancia prudente.

*El pasto del jardín crece sin parar. Por momentos, si uno se queda quieto un rato, pareciera oirse el ruido de los tallos verdes subiendo hacia el cielo, creciendo, engordando, como un rumor lejano, como el mar.

*La máquina de cortar pasto se rompió hace unos días y ahora el jardín es la selva valdiviana, la sabana subtropical, llena de las flores blancas del trébol, las amarillas de la achicoria y las lilas de la malva. Hay algunas frambuesas maduras y listas para comer, y el otro día Juan comió el primer arándano de nuestro jardín. Acá tuvimos mejor suerte con los pájaros.

*¿No era que los miércoles llovía?

domingo, febrero 07, 2010

domingo

Primero un pájaro se posa sobre un roble. Después otro. Después otro. Con ritmo hitchcockiano los pajaros ocupan las ramas de ese pulmón verde y literal que forman los dos robles frente a la casa. Los pájaros van y vienen, hacen sombra en el cielo, le ganan al viento. Cada uno de los cientos, miles, millones, de zorzales come una fruta y después otra. Y después otra. Primero comen las maduras, que no son muchas, más tardes las verdes, después todas. Dejan como señal las plantas dobladas y cagadas azul arándano en el pasto. Padre camina por la plantación como un poseso: aplaudiendo, gritando, moviendo los brazos, fuera pájaro, fuera; Madre mira desde la ventana que se llena de lluvia y se empaña con el calor de la casa, con el frío de afuera. Fuera, pájaro, fuera. Pero los pájaros no se van. O sí se van, pero vuelan hasta los robles y enseguida vuelven. Primero uno, después otro, después otro.

viernes, febrero 05, 2010

viernes

Hay días en que la ansiedad y la tensión vuelan en el aire a la velocidad del viento, que es mucha. Hay días que parece que llegaran del este escuchando a Nick Cave, después de una noche de drogas duras y alcohol, cargados de ira y fuerza y viento. Hay días que están llamados para grandes cosas: grandes hechos, grandes tragedias, grandes muertes. Hoy pareciera ser un día de esos. Habrá que sentarse en la galería y esperar a que suceda.

jueves, febrero 04, 2010

jueves

"Luego de un comienzo de semana esperanzador en lo que a rutinas laborales respecta, el día de hoy, con su mañana, su tarde y, ahora y de a poco, su noche o anochecer, fue como un manto de piedad, un balde de agua fría, una pinchada de gomas en la autopista, un.
Dormimos hasta tarde, tal vez fue eso. Dejé el celular en silencio y cuando despertamos, más cerca de las once que de las diez, tenía tres mensajes guardados e igual cantidad de llamadas perdidas. Ninguna era tan importante.
Luego fue el desayuno. Miento: mientras Lu se lavaba los dientes yo hice la cama, tarea que cada día encuentro más fascinante; últimamente lo que hago es intentar armarla sin sacar ni ubicar en otro espacio todos los ingredientes, es decir, mantas, almohadas, sábanas.
El desayuno vino después, y fue té con galletitas con mendicrim y miel. La miel se cristalizó por el frío y da la sensación de tener mejor gusto, además de que es más fácil para untar. Charlamos algunas cosas vagas: recuerdo de sueños -siempre es aburrido escuchar el sueño de los demás-, planes para el resto del día, el menú del mediodía, el de la noche.
Cociné una tortilla de papas. Debo decir, modestia aparte, que me salió de la hostia. Aunque el trabajo que llevó su preparación no sé si vale la pena. Lu ayudó, pero lo feo fue freír las papas, y dar cuenta de la cantidad de aceite que estábamos a punto de ingerir. Por suerte nos engañamos con la ensalada de lechugas, y cuando ponemos limón en lugar de vinagre o aceto, creemos que eso purga todo y listo, somos gente sana y saludable.
Lu se fue después de comer. Poco antes observamos preocupados el tamaño y el color de mis hongos del cuello: Lu planea decirme fungui, pero como todos los sobrenombres que no son espontáneos dudo que prenda en el imaginario popular. Los mejores sobrenombres, esos pensados por horas, se evaporan en minutos. A Santi le quise decir Fatman mucho tiempo, ¿y qué quedó? Nada. En cambio, Terry Escabio a Terry Jones, fue espontáneo, una chispa de lucidez en una tarde de borrachera. Esos son los que valen. Hace poco leí que a alguien le decían Japonés, por sus ojos rasgados. Otra hubiese sido la historia si Lali, en ese arranque de ira contra su infante, me hubiese gritado "Japonés del orto". Creo que el sobrenombre Japo tiene toda la onda del mundo.
Hay días que me imagino caminando con hijito Juan por la calle, y él, rubio, con pelo despeinado, se distrae por cualquier cosa y yo le digo, dale muñeco, apurate. Muñeco. Me gusta como suena. Pero dudo que prenda. Mientras no le digamos juancho, todo bien.
Lu se fue, y quedé solo, a la buena de dios o de quien sea. En la ventana se escuchaba una lluvia intermitente, o más bien, el ruido del agua y las hojas de las plantas cuando se encuentran. No salí afuera.
Ahora se despejó, y la tele dice que hacen como 20 grados. Parece que tenemos planes de ir al teatro. Está bueno, salir un toque. No laburé nada, y me da algo de culpa. Tampoco leí ni hice algún trabajo importante. Deambulé, tomé un mate que me dejó un tanto chapa, comí tostadas con mendicrim y dulce de arándanos. Comemos tres potes de mendicrim por mes, es un número importante".


Lo anterior es un mail que le mandé a hermano Fermín un día cualquiera de julio de hace dos años, cuando todavía vivíamos allá, cuando todavía no había nacido Juan. Lo encontré buscando no sé qué cosa. El mail no dice nada fuera de lo comun ni nada brillante ni nada de nada. Pero lo leí y enseguida me sonó parecido al "Diario de la beca", el prólogo de La novela luminosa, de Levrero. El parecido, no hay ni que aclararlo, no está en cómo está escrito ni en lo que dice. Está, me parece, en el aburrimiento, en lo rutinario de la rutina. Y es loco poder recordar, mediante la lectura, un día cualquiera, un día aburrido sin nada en particular ni extraordinario, que sin embargo quedó ahí, fijado por la escritura.

miércoles, febrero 03, 2010

miércoles


*El desierto es la continuación de mi infancia por otros medios.