Por tantos años, cada vez que veía
la primera estrella
o soplaba las velas
de una torta de cumpleaños
pedí el mismo deseo.
Hoy la noche es clara
y la luna es una uña
con esmalte brillante
colgada del cielo.
No hay estrellas.
No hay deseo.
Pero el dolor
sigue ahí
disimulado
y escondido.
Todos lo saben.
1 comentario:
...besitos, mi amigo....y lucecitas de estrellas...te quiero mucho.
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